Filium ~ Scott Lancaster

"Filium"

Scott Lancaster nació de Ashley Lancaster, una hermosa y joven mujer. Los dos vivieron en la granja del abuelo del muchacho, Thomas Lancaster, un viejo sumamente canoso y arrugado. Cuando el embrión comenzó a crecer, la belleza de la madre se desvaneció y envejeció. Thomas nunca supo quién era el padre, pues, Ashley tenía recuerdos borrosos de aquella noche.

El hombre que la sedujo se hacía llamar John, era un hombre con un rostro hermoso y joven, alto y delgado. De pelo rubio, a diferencia de Ashley, la cual tenía el cabello castaño. Una vez en la habitación, John se quitó su sombrero, revelando así dos protuberantes cuernos rojizos, y finalmente, la violó.

Scott no pudo recibir una buena educación, debido a la pobreza y la crisis en la que se encontraba su madre junto con su abuelo; prácticamente, solo podían comprar sustento para los tres. Por tanto, el chico debía asistir a una escuela primaria pública de no muy buena reputación, porque, un alumno había sido asesinado a manos de otro allí. A Scott le espantaba la idea de ir a dicho colegio, lo único que deseaba apenas cruzaba el umbral era volver a su hogar.

Todo dio un giro cuando cumplió los siete años.


El sitio era tétrico, las retorcidas ramas de los árboles generaban violentos crujidos cuando el viento chocaba con ellas. El cielo, cubierto totalmente por una capa gris de nubes, las cuales liberaban descargas: rayos y relámpagos que impactaban violentamente contra el suelo. El chico estaba allí, temblando del pánico que le causaba el lugar.

Una criatura se materializó delante de él, tenía alargados cuernos rojizos, el rostro totalmente deforme y unos ojos negros penetrantes, como los del chico. Se acercó paulatinamente hacia el muchacho, colocando sus fauces en su oído derecho.

— Filium —musitó con un tono macabro, seguido de unas risas frías y cortas. Le mostró su sonrisa al niño, soltando carcajadas y sus manos resonando como vítores.

Todo se oscureció... y despertó el pequeño, en su cama, con el horror marcado en sus facciones.


Caminaba por el pasillo del colegio, bastante aburrido, recién habían salido de la sala de clases; tropeles de niños saliendo con estrépito de las puertas. Sintió un repentino dolor detrás de los ojos, al principio intentó ignorarlo, mas, dicho dolor comenzó a crecer hasta producirle una fuerte migraña. Corrió rápidamente hacia el baño de hombres y se miró en el voluminoso espejo que había. Su figura comenzó a difuminarse... o más bien... su visión comenzó a difuminarse.

Sus ojos se tornaron negros por completo, dejando pequeñas manchas blanquecinas en el rabillo. Scott estaba extremadamente horrorizado por lo que sucedía.

— ¡Ayuda! —vociferó repetidas veces, mientras se recostaba en el suelo cubierto de baldosas.

De pronto, notó una luz rojiza aproximarse hacia él con sus ojos; era lo único que veía detalladamente; al instante aparecieron más destellos del mismo color, y de ellos comenzaron a salir sonidos: carcajadas y risas. La visión de Scott comenzó a remendarse poco a poco, y vio a un chico que se reía de él. Sintió el coraje fluir por sus venas hasta que...


Todos corrieron, por el pánico que había ocasionado ese hecho...

— ¡Mutante! ¡Mutante! —gritaban los niños.

Scott se levantó del suelo, confuso y mareado, y se vio en el espejo que había. Dos cuernos habían crecido en su cabeza, y tenían el mismo aspecto que los de la criatura de su sueño...